viernes, 2 de septiembre de 2011

CAPITULO 18: Su sangre…


No me lo podía creer fueron tantas cosas de golpe, lo de los ojos, lo de William…

- ¿Entonces… no tendríamos que habernos enamorado hasta que yo obtuviese mis poderes? – dije yo.

- Exacto, pero, no será… - dijo mi padre mirando a Adam – no puede ser…

- Luz, mira a William a los ojos y tócale la cara, por favor – dijo mi hermana que parecía saber que querían decir mi padre y Adam.

- Vale – dije yo y acto seguido lo hice.

- Y ahora mírame a los ojos fijamente, y concéntrate mucho en mi – dijo William que parecía que él también había entendido lo que querían hacer.

Lo hice y de repente todo se quedó en blanco y apareció en mi cabeza una escena:

<< William estaba estirado, por lo que parecía lleno de heridas y en peligro. Había un hombre bastante atractivo delante de él. Tenía cara de sádico. Y estaba mirándome, ya que estaba al lado de William. Y lo más sorprendente, intacta. Venía a por mí. Entonces William se levantó y se puso a la defensiva. - William estás loco, no te arriesgues así por mí –dije yo - Claro que me arriesgo así por ti. Te tengo que proteger- dijo él con pocas fuerzas. - No hace falta que lo hagas, se me proteger sola – dije yo, pero él no me hizo ni caso. En unos instantes se crearon unos remolinos de agua enormes que el hombre no se esperaba. Y lo ahogaron. William corrió con una rapidez asombrosa y cuando llegó a él lo desnucó y empezó a brotar sangre del interior de aquel hombre. Entonces William sin pensárselo dos veces, transformó los remolinos en fuego. Convirtiendo al hombre en cenizas. -¿¡Estás loco como arriesgas tanto tu vida!?- dije yo alterada. - Eres mi razón de existir, que no se te olvide nunca – me dijo con una voz cálida como su cuerpo y su aliento. - ¿Y cómo sé que no me estas mintiendo? - dije con una cara que pedía a gritos una demostración. Y con una rapidez increíble, casi como si me hubiese leído la mente, me besó. Cómo si se hubiese acabado el mundo, como si solo hubiese dos personas en el mundo… Él y yo. >>

Le abracé con toda la fuerza que pude, no lo quería dejar ir. Eso era solo un sueño, no podía ser real…

-Te amo – dije yo asustada y aun abrazada a él

- Yo también, pero ¿¡me puedes soltar que me has hecho una herida y me esta saliendo sangre!?

- Ups! Lo siento… - dije tímidamente y acto seguido los ojos se me pusieron más rojos al ver la sangre.

Quise probarla y al hacerlo mis ojos cogieron intensidad y quería más pero William me apartó y se fue a curar la herida que yo había hecho más profunda.

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