Salí del coche lo más rápido posible para subir a mi cuarto coger las cosas e irme. Mis hermanas habían visto al Axel, y no dudaría de que me preguntarían por él. Y acerté, nada más entrar en casa se pusieron las dos como locas.
- ¿Quién es? – dijo mi hermana pequeña, que era igual que yo a su edad. Yo iba a pasar de contestarle, pero era mi hermana, tenía 10 años y me había mirado con esos ojazos grises que me recordaban que yo hacía lo mismo a su edad y que debía contestarle.
- Un amigo – dije y la última palabra la dije a regañadientes.
- Si, ya, ya …y yo me lo tengo que creer… aprende más excusas que no parece que seas mi hermana… -dijo mi hermana mayor, mi hermana mayor también era rubia y tenía los ojos grises pero ella se parecía más bien a mi padre los rasgos como la nariz, la boca… etc.
- Es verdad Claire y deja de dudar de mi palabra delante de Madison. Y por cierto diles a papá y a mamá que voy a quedarme a dormir en casa de Halley. – dije yo y después de eso subí las escaleras que guiaban a mi cuarto, cogí varias cosas como el pijama, el cepillo de dientes… y cosas por el estilo.
Bajé las escaleras y me dirigí a la puerta dispuesta a salir, pero mi hermana mayor me impidió el paso.
- ¿Y cómo sé que no te vas con ese “amigo” tuyo? – dijo Claire.
- Te aseguro que no pasaría una noche con él ni muerta – dije yo y al ver mi expresión de asco, me dejó pasar.
Abrí la puerta, eran las 21:00h y estaba oscuro. Suerte que la casa de Hall quedaba al doblar la esquina. Bajé un pequeño escalón que había después de la puerta y de repente vi su coche, menos mal que mi hermana no había salido. Salí de la puerta de la pequeña verja que había y pasé de él y de su coche.
- Leila, ¿A dónde vas a estas horas tan sola? –dijo él mirándome con preocupación.
- No es de tu interés, tu solo te ofreciste a llevarme a casa y no te tengo que dar explicaciones una vez que ya estoy en casa. – dije yo.
- Oye, no seas tan borde, y menos con alguien que se ofreció a llevarte – dijo él que bajó del coche y me paró.
- Yo no te lo pedí – dije yo mirándolo con menosprecio.
- No me seas borde, porque… ¡Ah!... – gritó como con desesperación y después de eso me besó.
Ese beso fue cálido, apasionado y dulce. Subí a su coche y le dije a donde tenía que llevarme. Los 5 minutos que estuve en el coche, estuve callada y después me despedí.
- Adiós, hasta que nos volvamos a ver – dije yo secamente.
- Adiós guapísima, creo que nos veremos muy pronto. – dijo él y yo hice como si no le hubiese dado importancia.
Timbré en la casa de Hall y enseguida me abrió. Subimos las escaleras hacia su inmensa habitación. Como era hija única y sus padres ganaban mucho tenían una casa enorme y su habitación también lo era.
- Me encanta tu habitación, en serio. – dije yo
- ¿Cuántas veces me lo vas a decir? – dijo ella riéndose.
- Todas las que haga falta – dije yo.
La noche pasó volando, cenamos pizza e hicimos lo de siempre, hablamos de chicos.
- ¿Quién era ese chico del coche? ¿Y de que lo conoces? – dijo Hall insinuando algo.
- Un amigo. – dije yo evitando la segunda pregunta.
- ¿Y de que lo conoces? – dijo ella insistiendo.
- Me lo encontré en el parque y como lo vi perdido lo acompañé… - dije yo mintiendo lo mejor que pude.
- Ya, si no me lo quieres contar eres libre, pero no me mientas. Por cierto, está buenísimo. – dijo ella y a mí me entró la risa.
Después de eso nos dimos las buenas noches y nos fuimos a dormir. Tuve un sueño rarísimo salía Axel y un chico más. En el sueño me decía su nombre pero yo estaba atenta a Axel y no al chico. Ese sueño estuvo en mi cabeza todo el día, salí de casa de Hall al mediodía. Justo a la salida estaba él con su descapotable, que por cierto era un Audi, pero desconocía el modelo, se lo tendría que preguntar después.
- Hola, brujita - dijo Axel.
- ¿Qué son esas confianzas?- dije yo yendo andando.
- Las justas para llevarte en coche en mi Audi A4 Cabrio. – dijo él con una mirada de “ Sabía que me lo ibas a preguntar”
- ¿Y quién te pidió que me lleves? – dije yo con indiferencia.
- Pues Agatha, esta vez fue ella. – dijo abriéndome la puerta del coche.
- Bien, pero que no sirva de precedente – dije yo.
- Servirá, claro que servirá – dijo él por lo bajo pensando que yo no lo había oído.
Me llevó hasta la casa, entramos y ya estaba Agatha esperándonos en la puerta…
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