viernes, 2 de septiembre de 2011

CAPÍTULO 3: Un extraño chico


El chico, alto, delgado, rubio y de ojos grises. Parecía mi hermano gemelo, aunque yo sabía que no lo era. El chico era como un sueño, tenía una sonrisa arrebatadora.

- ¿Qué pasa Hall? – dije yo, ya que estaba como si estuviese viendo un fantasma.

- Él… él… es… el chico… - dijo ella y se desmalló. El chico reaccionó rápido y la cogió, sino se hubiera abierto la cabeza.

- Gracias por salvarla – dije yo poniendo una de mis mejores sonrisas.

- De nada, pero dado que yo fui el que le metió el susto debería pedir perdón – dijo él, que no sabía cómo se llamaba, su voz era como un sueño, dulce, tierna…

- M-me llamo Leila, pero la gente me llaman… - dije al no poder terminar la frase porque me interrumpió.

- …Lei, ya sé quién eres Leila María Baywood tataranieta de Agatha Leila Baywood, que por cierto está recién despertada de su sueño – dijo él con un tono arrogante.

- ¿Y tu quién eres y como sabes todo eso? – dije yo inquisitiva, por la arrogancia de sus palabras.

- Perdón por mis modales, me llamo Axel Vondernen- dijo él ahora con un tono un poquito más amable, pero seguía siendo arrogante.

- Bien, ¿Y qué haces aquí? ¿Y cómo sabes todo aquello que dijiste antes? – dije yo.

- Lo que hago aquí es lo mismo que haces tú y todo eso lo sé desde hace unos minutos, lo que pasó, digo. – dijo él.

- ¿O sea, estás aquí porque hiciste una apuesta con tus amigos a que no te atrevías a pasar la noche en esta casa? – dije yo enarcando una ceja.

- No, lo siguiente que hacías – dijo él medio desesperado.

- ¿Mirar una biblioteca? – dije yo.

- Da igual, estaba aquí para ver como es mi equivalente en la familia Baywood, pero veo que no me llegas ni a la suela de los zapatos. – dijo con la misma arrogancia de antes.

- Bueno, pues entonces, vete de aquí. – dije yo con mucha rabia.

- ¡Uy! Que la niña tiene mal genio, ¿Te he molestado? No lo siento para nada – dijo él y entonces le pegué una bofetada.

- Y yo no siento nada haberte pegado y lo volvería a hacer o sea no me tientes – dije yo con rabia y me fui.

Subí a Hall en mi espalda con todas mis fuerzas, él se quedó perplejo. Llevé a mi amiga hasta la biblioteca, parecía que Jess y Mina hubiesen desaparecido, y cogí mi libro. En él escribí unas palabras en latín. Y las dije en voz baja, había escrito mi primer conjuro que era para modificar la memoria, tanto él como mi tatarabuela se quedaron sin palabras al ver qué pasaba. Una luz salió del libro y entonces mi amiga desapareció y a continuación me llamó:

- Lei, estoy en mi casa, no me acuerdo de nada y puesto que tú y yo nos vimos antes por la mañana, podrías saber, porque estoy en mi casa y no en casa de Mina.

- Porque llamaste a Mina y le dijiste que no podías ir porque te encontrabas mal. ¿no te acuerdas? – y cuando dije estas palabras Axel y Agatha me miraron alucinados.

- ¿Y tú dónde estás? – dijo ella y añadió antes de que pudiese mentirle – porque llamé a tu casa y me dijeron que saliste a dar una vuelta y que no ibas a ir a casa de Mina.

- Pues eso, dando una vuelta, ¿Por qué lo dices? –dije yo.

- Porque se ve que Mina y Jess están en casa de Mina a pesar de que no estamos nosotras y como ya me encuentro mejor, para que te quedes en mi casa.

- Vale, después de que acabe de hacer una cosita, me paso por allí – dije yo contenta porque no solo había funcionado con Hall, sino con mis padres y mis amigas también, aunque me sentía mal y no quería tener que volver a hacerlo.

Nos despedimos y entonces Axel y Agatha me seguían mirando con perplejidad.

- ¿Qué me miráis así? – dije yo mirándoles de la misma forma que ellos me miraban a mí.

- La forma en que has actuado, como una autentica bruja del signo de los elementos, has hecho un conjuro poderoso cuando apenas has descubierto tus genes… -dijo mi tatarabuela, Agatha.

- R-retiro… l-lo… d-de…. A-antes…-dijo Axel, balbuceando.

- Sólo he hecho lo que mi cerebro ha creído que era correcto y lo correcto era que Halley no recordase todo lo pasado, porque o sabría cómo explicarle como apareció de repente un chico en la estancia que estaba ella y como es que hay una persona, que resulta ser mi tatarabuela, que es idéntica a mi pero en moreno.-dije yo.

- Pues actuaste muy bien. –dijeron los dos a la vez.

- Una cosa, ¿¡Soy una bruja!? – dije yo alucinando.

- Si, y este chico que tengo al lado, que es también mi tataranieto pero, él pertenece a otra familia, rota porque mi segunda hija se casó con un brujo, bisabuelo de él, y tu bisabuela mi primera hija, se casó con un primo suyo apellidado también Baywood, ya que ese primo era por mi parte. Y desde esa mi familia son todos brujos.

- Pero, ¿Por qué soy su equivalente?

- Porque son familias unidas por un miembro conjunto y aunque sean diferentes familias se compara y siempre hay equivalentes, o sea, tenéis la misma edad y unos poderes semejantes y aun encima parecéis gemelos.

- Bueno, me tengo que ir que he quedado a dormir con una de mis amigas. – dije yo rencorosamente porque fue en parte por su culpa el conjuro.

- No te vayas, quédate un rato conmigo a practicar, Leila – dijo Agatha.

- No puedo, adiós, además tengo que ir a ver a mis hermanas para que les digan a mis padres que voy a dormir a casa de Hall.

- Te acompaño a tu casa – dijo Axel que había dejado de hablar arrogantemente.

- No, gracias. No me relaciono con gente que me cae mal y menos le voy a dejar acompañarme a casa.-dije yo con una mirada matadora.

- Vale, pero yo lo digo porque está muy oscuro… -dijo Axel que tenía razón y a mí me daba miedo ir sola por la noche, entonces dijo – y se que tu a eso le tienes miedo, y ya que tengo coche llegaríamos en un instate…

- Vale, y gracias… - dije yo a regañadientes.

- ¿Y qué más…? – dijo él con rin tintín.

- Y lo siento por haber dicho esas cosas tan feas… - dije yo.

- ¿Y qué más…? –dijo él con el mismo tono.

- Y por haberte pegado.

- Perfecto, vámonos. –dijo él.

Salimos de la casa y subimos a un flamante descapotable negro. Me dejó enfrente de casa y mi familia lo vio…

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